La trayectoria de soberanía alimentaria en Buenos Aires
En la periferia de la localidad de Florencio Varela, al sur del conurbano bonaerense, lo urbano se desdibuja hasta volverse rural. Allí funciona CEDEPO, el Centro Ecuménico de Educación Popular, un espacio pionero en las experiencias referidas a la agroecología y agricultura familiar de Argentina.
Elizabeth Jacobo es la titular de la cátedra de Agroecología en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. Según ella, la llamada “Revolución Verde” se basó en una mecanización potente, un uso muy intensivo de agroquímicos y fertilizantes, y una escala de producción cada vez mayor de alimentos.
Esto es sumamente relevante teniendo en cuenta que hasta el 2019 más de la mitad de la verdura que llegaba al Mercado Central de Buenos Aires queda descartada por exceso de agrotóxicos detectado en sus laboratorios y que en todo el país se utilizan 400 millones de litros de agroquímicos por año.
El vínculo directo con el consumidor es muy importante, porque es el que tracciona la producción agroecológica. Los beneficios son producir alimentos de calidad, la eliminación de pesticidas y una huella de carbono mucho más baja, ya que utiliza menos combustibles fósiles. También genera más trabajo al requerir más mano de obra. En la producción agroecológica el suelo pasa a ser un sumidero y captador de carbono.
Del campo a la ciudad
Alicia González es una de las fundadoras de Minka, una red de seis organizaciones que funcionan en la Casa de la Semilla, dentro del predio de CEDEPO. Sus semillas tienen un registro de trazabilidad: desde la planta madre, en qué momento se le agregó compost, hasta el almacenamiento y el desempeño final en los jardines y macetas de los consumidores.
Este colectivo forma parte del Movimiento Agroecológico de América Latina y el Caribe y sus productos son comercializados en el Mercado de la Economía Solidaria Bonpland de la Capital Federal.
Alicia sostiene que la pandemia debe ayudarnos a revertir el consumismo pasivo para diversificar y mejorar nuestra alimentación con variedades como el kale, el topinambur y la espinaca tetragonia, que crece todo el año.
Detrás de la soberanía alimentaria están siempre las semillas
Margarita Bonicatto es docente de la Universidad Nacional de La Plata e integrante de la Unidad Promocional de Investigación y Desarrollo Semillas Hortícolas Locales del Cinturón Verde Platense (UPID-SHL), cuyo objetivo es conservar, multiplicar, estudiar y difundir las variedades hortícolas locales (VHL) del Cinturón Verde de La Plata.
En lo periurbano hay una necesidad que haya más acceso a semillas que estén más disponibles y protegidas desde el conocimiento que representa la agroecología y en línea con los principios de La Vía Campesina, la cual comprende a la soberanía alimentaria como “el derecho de los pueblos a decidir sobre su modo de producir los alimentos, teniendo en cuenta el territorio, culturas, semillas propias, garantizando en los mercados locales alimentos sanos, variados, accesibles, cuidando la madre tierra”.
Actualmente en el Cinturón Hortícola de La Plata priman las semillas industriales, pero la transmisión de semillas locales se sigue dando, y es lo que ellos buscan acompañar y fortalecer. Entre los frutos que buscan conservar se encuentra el reconocido tomate platense.
La agroecología no es solo una moda para las metrópolis
Al oeste de la Ciudad de Buenos Aires, Chiara Sacchi, la militante de Jóvenes por el Clima que el año pasado presentó una demanda junto a Greta Thunberg ante la ONU para protestar por la falta de acción gubernamental respecto a la crisis climática, se trae un nuevo ás en la manga.
Junto a su madre, Perla, Chiara forma parte del Mercado del Oeste en Haedo, el cual ofrece cada sábado productos agroecológicos y aspira a convertirse en un Mercado Central alternativo para este sector del conurbano.
Este movimiento cuenta con el Ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, como uno de sus principales defensores. Al frente de una cartera repleta de desafíos, entre ellos los recientes incendios en los humedales del delta del Paraná, Cabandié apoya la agroecología como un modelo de desarrollo alternativo para la Argentina.
Entre los diversos proyectos que su Ministerio está llevando a cabo se destaca la iniciativa ligada al compostaje y a la valorización energética de la corriente orgánica de los residuos provenientes del Mercado Central de Buenos Aires.
La curiosidad del ahora ministro por la vida en comunidad y su previa experiencia legislativa lo llevaron a impulsar leyes en pos de una alimentación sana y a crear su propia huerta ya que “en la vida no se analizan solamente el plano económico y la alta política, sino también las pequeñas grandes cosas”.
Definitivamente, la agroecología es una de los mejores caminos para que volvamos a ser autosustentables.