La conservación del arrecife comienza en el aula

La isla Roatán en Honduras tiene fortuna. Cuenta con el impresionante paisaje del mar Caribe. Desde sus orillas se distinguen el nado de las mantarrayas, las tortugas y los peces y bajo su horizonte se resguarda el Arrecife Mesoamericano, la segunda barrera coral más grande del mundo - luego de la Australia- que se extiende por mil kilómetros en las costas de México, Guatemala, Belice y Honduras.

Roatán también tiene la primera Aula Verde de su país, un salón dedicado especialmente para la educación ambiental y la conservación de la naturaleza que se construyó -en 2016- dentro del Centro de Educación Básica Modelo Sandy Bay, la escuela pública más grande las Islas de la Bahía: Roatán, Utila y Guanaja.

Más de 1.200 niños de entre 4 y 16 años que asisten al plantel llevan clases de matemáticas, español, geografía e historia que se relacionan con la naturaleza. Saben que los manglares y el arrecife funcionan como defensa de las costas ante la erosión que provoca el oleaje. Saben que en la barrera de coral habita el 25% de las especies marinas que dan alimento a los seres humanos y que son ecosistemas esenciales para reducir los gases de efecto invernadero.

La bióloga Cindy Flores, experta en educación ambiental, fue quien ideó el Aula Verde. Su idea surgió cuando participaba en el taller de liderazgo organizado por el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza (FMCN). Después, dos organizaciones civiles, Mesoamerican Reef Fund (Mar Fund), y Bay Islands Conservation Association (BICA), apoyaron económica y técnicamente su proyecto y además edificaron junto al Aula Verde un centro de reciclado como parte de la educación integral.

BICA ha acompañado en la parte técnica y académica a los alumnos. Los llevan a visitas de campo, los invitan a limpiar playas; a plantar manglares; organizan visitas guiadas al área natural protegida; les enseñan de las nuevas leyes que prohíben el uso plástico en su isla; hacen snorkeling para identificar especies; involucran a los padres de familia y han conseguido financiamiento para que las actividades del Aula Verde sigan funcionando.

A consecuencia de la pandemia, el Aula Verde ha permanecido cerrada y BICA ha adquirido tarjetas de internet para que los niños desde los teléfonos móviles de sus padres puedan seguir recibiendo educación ambiental.

“Lo más significativo es que los niños han generado conciencia en los adultos y han ampliado su vocabulario. Saben qué es reciclar, los tipos de plásticos y el daño que generan al mar”, explica la bióloga Cindy Flores.

El infortunio del coral

El Aula Verde ha generado una poderosa conciencia colectiva sobre el cuidado del ecosistema, pero aún falta mayores acciones y compromiso para detener la posible extinción de la biodiversidad y la fortuna de Roatán.

Flores, quien coordina el Instituto de Conservación Forestal (ICF) explica que hay constantes proyectos inmobiliarios que devastan zonas naturales de la isla y para colmo en los últimos días, identificó que sus corales sufren de una enfermedad letal.

“La pérdida de tejido de corales duros o stony coral tissue loss disease (SCTLD) provoca una mortalidad casi inmediata y este 23 de septiembre de 2020 se reportó un posible foco de infección en la costa sur de Roatán".

Esta enfermedad afectaría sustancialmente a la economía Roatán que depende del turismo. 

Cindy explica que es urgente extender la conciencia de la importancia del mundo natural. “Necesitamos el compromiso de todos: autoridades, maestros, sociedad civil, padres de familia, niños y jóvenes para señalar las malas prácticas, cuidar el mar, y vivir de manera sustentable”.